15- Tiro de gracia

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Con franqueza, el tiempo que uno pasa al servicio del Rey resulta ser el más duro y añorado de todos los que vive el hombre, la dureza del servicio de armas se ve compensado por la juventud, las aventuras y las mujeres que uno tiene, vive y disfruta respectivamente, pero todo ello tiene un alto precio, el de la vida de aquellos que se pierden en combate.

Nuestro encuentro con el Bucentaure ha sido desigual, nosotros hemos sufrido grandes daños en vidas mientras que ellos apenas han recibido una andanada lejana pero, ¡como es la vida y la fortuna!, nuestro impacto ha alcanzado la toldilla enemiga despedazando a la oficialidad francesa, Villeneuve, al que dimos por mal herido o por perdido ha regresado a su puesto de mando, eso sí, ayudado por dos asistentes y vemos como prosigue dando órdenes haciendo virar a su enorme y poderoso navío rumbo al sur, por fortuna eso nos aleja de la flota enemiga y hace que tenga que enfrentarse al Repulse, el Glory y el Malta de forma simultánea.

-Más tensión en las velas, tenemos que situarnos a su proa- el Capitán sabía que era el momento que podía decidirlo todo, teníamos al Almirante en Jefe de la flota combinada a nuestra merced y su pérdida podría ser decisiva.

-Capitán, colisionaremos con ellos- Apuntó con firmeza el señor Derrick – deberíamos situarnos a su estribor y cañonearlos-

-No señor Derrick, si hacemos eso perderemos la ocasión de batirlos a cortísima distancia, si conseguimos dispararles por proa aunque no los barramos les haremos gran desgaste, el Malta los alcanzará por estribor y el Glory seguirá nuestros pasos por proa, tras eso se verá encerrado combatiendo a dos bandas y lejos de su flota-

En la cabeza del Capitán todo parecía claro, para él no existía la niebla que aún nos envolvía y su convicción era tal que nadie osó a rebatir sus argumentos.

-¡Los infantes a babor! ¡En línea!-

Las órdenes se sucedían y una fina línea de uniformes rojos cubría todo el flanco del navío dispuestos a realizar una descarga mortal sobre el Bucentaure.

La estampa del coloso buque se agrandaba más y más y la colisión parecía inevitable, ellos rumbo sur, nosotros sureste, como dos hojas de la tijera que se cruzan, ese era nuestro destino.

-¡Rodskin, ahora, fuego!- gritó el capitán, pero la orden no se repitió, el viejo oficial se había ganado el descanso final y reposaba en la cubierta con un orificio en su frente, tranquilo y orgulloso.

-¡Rodskin!- exclamó el Capitán.

Sobre la rostro del infortunado marino un hilo de sangre serpenteaba entre las arrugas fruto de los años de mar y vida mientras sus ojos grises miraban al infinito cielo cubierto de su manto de niebla.

El Capitán se agachó y con gran delicadeza limpió con su mano la sangre que manchaba aquel rostro sereno, el silencio más absoluto se había hecho en la toldilla, ninguno de los presentes articuló sonido alguno ni fue capaz de moverse, hombres de cera en cubierta de muerte, ni siquiera el fuego de mosquetes franceses nos sacó de aquel trance colectivo y trágico hasta que una voz fuerte pero rota resonó en nuestros atormentados oídos.

-¡Fuego!- chilló el señor Derrick con voz totalmente desgarrada, se mostraba fuertemente emocionado por la visión del cadáver de su compañero del cual ocupaba ahora su función con profunda pena y dolor.

Atronó el Repulse y una nube de pólvora inundó nuestras cubiertas siguiendo el fresco viento del noroeste, los mosqueteros soltaron su carga de forma ordenada y los franceses devolvían el fuego desde su arboladura, el navío enemigo nos mostró sus miserias al desaparecer la clara pólvora del aire, estaba tan cerca que casi lo podríamos tocar.

Gran número de agujeros se abrían como nuevas troneras improvisadas por la amura de estribor francesa mientras su proa nos descubría amplios impactos de todo tipo, madera desgarrada que formaba enormes cicatrices en la piel noble del coloso de los mares.

Con gran rapidez el Repulse surcó las aguas que esperaban al insignia francés hasta colocarse por delante del mismo ofreciéndole su costado de estribor en un rápido viraje. Todos los artilleros se afanaban en la recarga de las baterías solo que el baile de hombres se producía ahora en la otra banda del buque, de la misma forma la línea roja de infantes se deshizo como una marca en la arena de la playa borrada por la marea, recomponiéndose en la banda opuesta con su cadencia fija de muerte y plomo.

-¡Derrick, listos para abrir fuego!-

-Señor, los hombres aún recargan las piezas-

-Pues que se den prisa, hemos de aprovechar estos instantes, sobre todo hay que evitar que nos amarren y aborden, estaríamos perdidos salvo que otro de nuestros buques nos asistiese-

Justo en ese instante la explosión sonó como un gran golpe de tambor, la arboladura del Bucentaure vibró en el aire y todo pareció oscilar en él, con toda seguridad el Malta le había alcanzado con fiereza y sucedió lo inevitable.

La bandera imperial de Francia, inmensa y rasgada por todas partes, lucia enormemente bella bailando al viento, el Almirante Villeneuve parecía ser consciente de la gravedad de su situación y lo alcanzamos a ver en su buque.

Su hermoso bicornio lo delataba entre el resto de sus hombres y oficiales, una mano en el fastuoso sobrero lo elevó sobre su cabeza para observar mejor los daños en la jarcia y nunca más volvió a ver nada.

Un tiro certero y el mundo se detiene, así de fácil y de terrible, la muerte escueta y segura, transportada en viaje invisible por la bala de un mosquetero del Repulse había llegado a su destinatario, gritos y desconcierto en un buque, algarabía y júbilo en otro.

-¡Ha caído señor Derrick, ha caído!- le grité al primer oficial que no daba crédito a lo que veíamos, el Capitán tenía sus dos manos en la cabeza y no expresaba emoción alguna.

-¡Ojalá el señor Rodskin viese esto!- exclamé al aire mientras retomaba mis apuntes en el diario, -Esto señor Rodskin no me lo he perdido- dije sin que nadie pareciese hacerme caso.

No se disparó más, la insignia napoleónica descendió casi de inmediato y los banderines de señales subieron en los mástiles franceses, “huida y dispersión” era la orden a su flota, el Bucentaure, la pieza cobrada entregada a nuestros pies.

Lentamente los disparos se espaciaban en la distancia y la mar reclamaba a sus hijos muertos, espectáculo dantesco de maderas amputadas y miembros humanos serrados, pues buques y hombres serían uno para siempre.

Los incendios resplandecían en la “Costa de la Muerte ”(32) y los cañones fueron sustituidos paulatinamente por los gritos desgarradores, la muerte viajaba rápida y sin descanso de un buque a otro. La bandera de Francia fue arriada y sustituida por tela alba, impoluta, demasiado blanca para lucir en el charco de sangre que era la mar, la del enemigo, perfectamente doblada y custodiada por dos infantes pasó a reposar en la cámara del Capitán junto con el sable y el bicornio del infortunado Almirante.

Los hombres, esos héroes olvidados como tantos otros con el paso de los aconteceres y la historia, sin distinción de banderas, reciben cristiana sepultura donde les corresponde, bajo las aguas de la mar océana junto con las balas que sirvieron para cortar sus ilusiones y deseos futuros.

Todo vuelve a la calma, nuevos mares, nuevos buques, nuevas batallas por llegar.

El H.M.S. Repulse había cumplido con su deber y yo con el mío. Que el Señor nos perdone a todos.

¡Dios salve al Rey!

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32 “A Costa da Morte”, nombre tradicional que corresponde a parte de las Rías Altas gallegas, lugar de la Batalla.

14- La llamada del tambor

lunes, 26 de noviembre de 2007

-¡Dios es inglés!- gritaba un marino mientras se afanaba en posicionar la pieza que servía para la recarga.

-Quizás simplemente no le gusten las ranas(29) - respondía otro de sus camaradas.

Las carcajadas eran generales y la algarabía se dejaba escuchar por todos los puentes con innumerables gritos y hurras que sustituían el sonido de los cañonazos y las órdenes de los contramaestres y oficiales.

-¡Bouuumcentaure tendrán que llamarle ahora!- intervino un joven marino de forma ocurrente y una explosión de carcajadas inundó la sección donde se encontraba la pieza de la que formaba dotación.

Para que sus Señoría se puedan hacer una fidelísima imagen de lo acontecido preciso que todo esto sucedía en el alcázar he de decir, pues yo había subido por la escala para la 2ª batería por la zona de la cámara de oficiales, cruzando el entrepuente y la 1ª batería tan rápido que ni tiempo tuve para ver los daños que nos produjo el francés, en esas estaba cuando oí que desde la ricamente tallada balaustrada de la toldilla una voz se elevaba sobre el resto.

-¡Hombres del Repulse! Luchad ahora como leones y viviréis inmortales como dioses para siempre-

La figura era inconfundible, solo con su camisa y su negra escarapela de seda en el pecho bastaba, el Capitán se erguía como David ante Goliat, desafiante, arengando a sus tropas en una batalla desigual pero con la determinación de la victoria en sus ojos.

-¡Tres hurras por el Capitán!- Sonó desde una de las baterías que se encontraban en retirada(30) para proceder a su recarga.

-Hurra, hurra, hurra- respondió la tripulación en cubierta y un encarnado señor Rodskin que se dejó llevar por la pasión del momento, tal era el arrebato general que yo mismo casi derramo nuevamente la tinta de la que disponía al elevar el brazo para festejar el hurra, por fortuna el bonito zurcido de mi costado me recordó con presteza que era mejor no realizar ciertos movimientos.

Me encaminé entonces a la toldilla para recuperar mi posición al lado del verdadero mascarón del Repulse, nuestro Capitán, cuando un eufórico señor Rodskin me abrazó efusivo, sin miramientos y con más fuerza de la que aparentaba su edad.

-Muchacho, ¿has visto eso? Magnífico, que digo magnífico, majestuoso, sublime, lo mejor que han visto mis ojos desde que visité el burdel de Mademoiselle Fraîcheur en las Antillas-

-¡Señor Rodskin!- dije pasmado.

-Al diablo, mejor que el prostíbulo, aquella satisfacción me duró unos minutos, esta me durará el resto de mi vida- dijo fuera de si.

-¿Pero qué…?

-No muchacho, no me lo digas, ¿te lo has vuelto a perder?, por Dios Santísimo de los Altares. ¿Estás seguro de no haberte perdido tu propio parto?- Estaba completamente desbocado, era como un pura sangre que ha visto la meta y no responde ya a las riendas de sus galones –Perfecto, precioso como los pechos de una jovencita y contundente como una carronada(31) , virar, apuntar y mandarlos al infierno, así ha sido, esto lo recordarán durante mucho tiempo esos afeminados del otro lado del Canal-

Me di cuenta en ese instante que entre tanta algarabía no había mirado al Bucentaure, estaba feliz pero no sabía por qué, me giré y lo vi en la media distancia, entre la bruma, a simple vista no se apreciaba nada en particular, sus mástiles, velas y jarcias se mantenían orgullosas y apenas presentaba daños de consideración pero algo importante sucedía, los franceses corrían por la cubierta en dirección a la toldilla, eso era, nuestra andanada había impactado de lleno en el castillo de popa, en especial sobre la toldilla donde suelen estar los oficiales acompañando al capitán del buque y… ¡el Bucentaure!, ¡el Buque insignia de la flota francesa!, si el Almirante Villeneuve estaba en la toldilla podría haberse decidido la batalla.

Fijé mi vista en nuestro buque y descubrí un gran número de vigías mirando al francés, en las cofas los tiradores disponían por orden del capitán de un catalejo por cofa, este había sido convenientemente atado para evitar su pérdida y de esta forma escudriñar información en la distancia y transmitirla al corazón del buque.

–Algún día señores- dijo una vez el Capitán –los navíos tendrán una habitación donde se informará a los oficiales del combate y estos, todos juntos y en consejo, decidirán lo conveniente-

Súbitamente comenzaron los gritos desde lo alto, ininteligibles al principio poco a poco y no sin confusión comenzó a fluir la noticia, el Almirante francés era retirado en voladas por sus hombres, -¡Villeneuve ha caido!- gritaban los tiradores y según sus noticias un buen número de hombres con él.

-Capitán, ordenes del Glory, hay que emprender la caza del Bucentaure, nos indican que nos situemos a su popa y les sigamos- señaló el señor Derrick.

-Magnífico- dijo el capitán –veo que desde el Glory también han apreciado la fatalidad de Villeneuve, hemos de machacarlos sin piedad, se han separado del resto de su flota y es el momento de aprovechar nuestra superioridad, que todos los hombres se apresten para disparar y que se recupere el orden, no quiero oír más gritos que los de los heridos-

-Sí señor. Señor Rodskin, preparados para abrir fuego-

-Bien señor Derrick, ¡tambor y pífano toquen atención general!- de forma automática el retumbar del tamborilero y el pífano que le acompañaba, ambos con su impecable rojo uniforme de infantes, inundaron el buque.

-Toquen orden general- el sonido era impresionante, tapaba el estruendo de los cañones sobreponiéndose a ellos y los hombres reaccionaban con atención al siguiente toque.

-¡Toquen listos para abrir fuego!- y tocaron con toda la marcialidad que exigían las Reales Ordenanzas. El tambor batiente y el pífano sonaron como nunca antes habían sonado fruto de unos músicos firmes, de movimientos rápidos y seguros el tamborilero y estático e inalterable el pífano, serían digna Guardia Real en el palacio de Buckingham sin duda alguna.

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29 En inglés el término frog, “rana”, se utiliza desde el siglo XVIII de forma despectiva para referirse a los franceses como resultado de la abreviación de frog-eater, “come-ranas”, aprovechando la coincidencia sonora inicial de ambas palabras, frog y french, así como los gustos culinarios franceses.
30 Posición de las baterías retiradas de las troneras y portañolas, firmemente trincadas y fijadas para la navegación.
31 Pieza de artillería naval de gran calibre y corto alcance.

13- Muerte alrededor

lunes, 19 de noviembre de 2007

-¡En fila, silencio y orden!- gritaba el centinela, su brillante bayoneta calada no dejaba lugar a dudas, solo podían pasar a las cubiertas inferiores los heridos de consideración y aquellos que los trasladaban al sollado donde se había dispuesto el espacio destinado a heridos y difuntos.

-Tú, estás apto para combatir- rugió el centinela a un marinero visiblemente alterado que tenía una herida en un brazo que sangraba de forma moderada.

-Necesito ver al doctor, no puedo, yo, no puedo, necesito verlo- dijo con incoherencia.

-¡Regresa a tu puesto marinero!- le urgió el soldado empujándolo con su mosquete, ese fue el detonante.

-¡No puedo!- gritó –¡Moriremos todos como perros! Nos matarán a todos, el buque está perdido-

-¡Silencio perro! Vuelve a tu puesto- el empujón anterior se transformó ahora en un fuerte golpe con el mosquete, el soldado hizo girar su arma de tal forma que el culatazo en el bajo vientre del marinero lo obligó a doblarse de forma instantánea.

Uno de los marinos que observaba la escena y que portaba los restos destrozados de un cadáver los deposito en el suelo y agarró al marino con fuerza por un brazo.

-Tranquilízate, ¿qué quieres, que te maten?-

-¡Estúpidos, estúpidos todos! Ya estamos muertos, mira ese hombre, ¿te parece vivo?- dijo señalando a los restos que reposaban en el suelo semejantes a un torso rodeado de cintas que partían de su cintura, la realidad es que no disponía de piernas y solo los jirones de carne colgantes ocupaban el lugar de sus extremidades. –El juicio final ha llegado y solo la rendición nos salvará-

De un golpe certero se deshizo del hombre que le sujetaba y se abalanzó sobre el centinela, pero tarde, demasiado tarde, porque este ya le había atravesado con su arma. Todo su ímpetu solo sirvió para ensartarse aún más en la afilada bayoneta y perder las fuerzas tan rápido como el color de su cara se desvanecía en un gris mortal.

Una de sus botas empujó el cuerpo con la fuerza de la furia y el cadáver se desplazó con dificultad por la hoja liberando el mosquete. -¿Algún otro cobarde?-preguntó a los presentes.

El marino que había intentado evitar el fatal enfrentamiento se agachó para arrastrar el cadáver al sollado, pero el centinela fue tajante –Déjalo aquí a la entrada, no lo lleves con los demás, que todos vean como acaban los que intentan huir-

Cuando llegó mi turno la inspección del guarda fue rápida, un simple vistazo al jubón con un pequeño desgarro y encharcado en bermellón fue mi salvoconducto camino del sollado.

De mi recorrido hasta el lugar en el que se encontraban los cirujanos no puedo describir gran cosa, primero porque quizás este no sea el lugar adecuado y segundo porque apenas recuerdo nada, tal era mi estado de aturdimiento por la sangre perdida y la emoción de la herida. Solo recuerdo el profundo mareo que experimenté al ver las mesas dispuestas sobre las que se tumbaba a los desgraciados infelices que precisaban la asistencia de los cirujanos, dos grandes mesas en las que abundaba la sangre, sangre que manchaba el suelo convenientemente sembrado de arena. Entre ambos soportes de tortura un gran barril que al acercarse mostraba una horrenda realidad, manos, piernas, brazos y pies luchando por un poco de espacio en su ataúd cilíndrico.

La visión hizo que el mareo fuese incontrolable y el vómito irreprimible.

-Veamos esa herida marinero- me dijo el señor Jonás.

-Doctor, ¿he de morir hoy?- susurré en un arranque de desesperación mientras el médico inspeccionaba mi maltrecho costado.

-Pues no lo se muchacho, pero hay dos cosas claras, primero que el doctor no puede atenderte y te tienes que conformar con un simple cirujano(25) y segundo que si mueres hoy no será por esta herida-

-¿No es mortal?- Repliqué sorprendido.

-He visto hombres con cortes más serios al afeitarse muchacho, me temo que la mayor parte de la sangre de tu jubón es de otro desgraciado-

-Pero estoy herido-

-Sí, un hermoso desgarro de unas seis pulgadas(26) de longitud y poca profundidad, corte limpio, sangre clara y vida intacta, te coseré y podrás seguir con tu tarea-
Inmediatamente echó mano de una aguja curva que me pareció el anzuelo más grande que los mares habían visto jamás y enhebró un hilo de forma certera.

-Pense que…

-No, tranquilo, esto será rápido, tengo cosas más importantes de las que ocuparme.
¡Ay! si me vieran las eminencias del Royal College of Surgeons.

-¡Ay!- grité, yo si tenía razones para la queja.

-¡Párdiez! Sí que sois delicado si no soportáis el dolor de una simple aguja, mirad, esos hombres que reposan sí que tienen motivos de queja, el barril lo atestigua-

En efecto, la mayor parte de los heridos que reposaban eran moribundos o amputados, los primeros no se quejaban por falta de fuerzas y los segundos solían estar en un profundo desmayo. Todo esto junto con la falta de luz natural, bajo el resplandor mortecino de los faroles y soportando un constante vaivén daba a la escena un ambiente sumamente tétrico y opresivo.

Unas punzadas después el remiendo estaba listo.

-Precioso, no has soltado ese libro ni un instante marinero, ¿se puede saber que es?-

-Nuestro diario de combate, señor Jonas- dije con cierto orgullo por la responsabilidad que ostentaba.

-Pues reincorpórate a tu puesto para contar con detalle lo que se hace en el Repulse, el siguiente- zanjó.

Rápidamente un ayudante de sanitario acercaba a la mesa a un hombre al que le faltaba un trozo de pié, mis ojos buscaban ya la salida con ansiedad de ese infierno cuando vi a mi joven antecesor en el cargo, el pequeño Andrew Scott que ahora ejercía de rapavelas(27) ayudando a los pastores en la triste tarea de reconfortar a los que ya no verán más la luz del día.

-¿Cómo estás Andrew?-

-Bien- dijo de forma escueta el niño.

-¿Hay muchos muertos?- pregunté con interés

-¿Quién sois, qué hacéis aquí y por qué no estáis cumpliendo con vuestro deber?- era uno de los pastores, el señor Stonehead, que me miraba como si fuese yo el mismísimo Satanás, sus manos empapadas en sangre sostenían una Biblia que en esa momento me parecía más amenazante que cualquier puñal que buscase mi pecho.

-Señor, soy Williams, encargado de la realización del diario de combate por el Capitán y estoy cumpliendo con mi obligación de informarme del número de fallecidos en la acción- dije con gran rapidez, sus ojos parecían chispear de furia.

-Bien Williams, pues apuntad ahí que los muertos son más de los que pueden entrar por las puertas del cielo ¡y fuera de mi camposanto!- Su tez era tan roja como la rosa de Inglaterra y eso a la lúgubre luz de las linternas de esa parte del sollado, a cielo abierto me temo que su rostro parecería estar al borde del síncope mortal.

Ni decir he que salí como corre un zorro delante de los perros, deshaciendo mis pasos de moribundo al sollado hallaba a cada poco recorrido las fuerzas que había perdido camino del cirujano.

En esas me encontraba cuando un súbito estruendo inundó el navío completamente, el talón(28) del buque se incrementó de forma perceptible en sentido contrario al de la andanada, instantes después los gritos de júbilo inundaban todos los puentes del Repulse.

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25 En los buques de línea se disponía normalmente de doctores y cirujanos, siendo los primeros oficiales de mayor rango.

26 Quince centímetros

27 Antiguo término despectivo para los monaguillos

28 Ángulo de inclinación de un buque.

12- Heridas sin dolor

lunes, 12 de noviembre de 2007

Como bien dije antes, un buque de Su Majestad es una máquina compleja y perfecta, un ingenio del genio magnífico y terrible.

Cuentan los libros, esos libros que pude leer en mi querida imprenta donde tantas horas pasé, que los barcos han cambiado mucho a lo largo de los tiempos, desde los bajeles de Ulises a las galeras del Cesar de Roma, estas máquinas de guerra se han transformado de forma profunda. No hay nada en el mundo tan poderoso, ni existirá jamás si se me permite decirlo, como un navío de línea.

Castillos sin piedras, torres sin almenas, murallas de madera.

Inglaterra se protege tras estos muros móviles erizados de cañones prestos a destruir a quien ose despertar el sueño de la diosa Britannia. Terrible será la cólera de la deidad para quien quiera someter a sus hijos y más terrible es la realidad de sangre, fuego y pólvora que siembran estas fortalezas en los mares del mundo.

Dice la leyenda que Toosa fue una muy poderosa ninfa marina, una mujer sirena de gran belleza dotada de una cola plateada de brillantes escamas de pez en lugar de piernas. Su beldad solo era igualada por su poder, pues era la diosa de las peligrosas corrientes marinas. Todos los hombres la deseaban, poseerla era un fin en sí mismo y a la vez el fin mismo, solo un Dios más poderoso que ella podría amarla y gozarla, y así, solo el mismísimo Poseidón dueño, amo y señor de todos los mares y criaturas que en él habitan yació en su lecho para engendrar al cíclope Polifemo. Y como sucedió con la sirena pocos podrán poseer a Britannia, ni el león castellano ni el águila gala fecundarán jamás la tierra fértil de Albión.

El tiempo ha pasado lento desde que dio comienzo la acción y los acontecimientos cercanos como nuestro encuentro con el Formidable parecen ya recuerdos borrosos de un pasado añorado, el cansancio se acentúa con el hambre y este se hace presente pese a que el desayuno de hoy ha sido copioso para lo que suele ser habitual en nuestro día a día. Por orden del capitán y según consejo del cirujano mayor, el de mayor antigüedad se entiende, se nos incrementó la ración según me explicaron a causa de las enormes colas producidas en los beques(20), un tercio más de galletas por hombre para evitar las indisposiciones de vientre frecuentes en los últimos días, carne curada abundante para darnos energías suficientes por las pérdidas producidas en los males del estómago y ración larga de grog con la que calentar la sangre y animar el espíritu decaído de los enfermos.

La realidad es que las galletas son arena a esta altura de nuestro viaje por efecto de los numerosos gorgojos y la carne produce fuerte dolor de muelas, tal es su estado de dureza y sequedad que los más viejos y desdentados la cortan y machacan para mezclarla con el ron y así poder tomarla, solo el grog(21) sirve para aligerar nuestras penas sumiendo a la tripulación en esa magnifica sensación del grogui(22).

Mientras escribo estas líneas la tripulación se afana en despejar las cubiertas trasladando a los heridos más graves y apartando los cadáveres para que no interrumpan el trabajo de los vivos. Realmente es una tarea penosa y me alegro de no tener que presenciarla.

El buque ha virado con brusquedad crujiendo los mástiles como no habían hecho hasta ahora, no hay mucho viento pero se ha metido gran timón y por un instante he pensado que el capitán tenía la intención de hacernos navegar con el viento en popa cerrada(23) para ganar en velocidad al Barfleur y darle caza, pero está claro que he errado, navegamos al sur y aprestamos nuestras púas para herir al enemigo por babor.

La oficialidad tiene un aspecto curioso al haber sido despojada de sus elegantes vestiduras, resulta llamativo ver a los oficiales que se acercan a la posición del capitán desde las cubiertas inferiores echar mano a su cabeza para descubrirse ante él cuando en realidad no lucen sus vistosas galas. Eso unido a las escarapelas negras(24) prendidas en las camisas dan una imagen irreal de la oficialidad semejantes a caballeros doblemente duelistas, duelistas por un difunto y duelistas en fina camisa blanca para limpiar una afrenta sufrida o infligida.

Cuando el señor Rodskin me preguntó si me encontraba bien le respondí que –Nervioso pero sin miedo señor Rodskin-. Pude apreciar en él una sombra de sorpresa que no entendí, no había sido el mejor de los marinos del Repulse pero había cumplido con la tarea encomendada sobreponiéndome a mis miedos hasta ese instante y por mi edad era normal que me sintiese nervioso, ¿a santo de qué esa cara de incredulidad? Pensé ofendido.

-Muchacho, estás sangrando en abundancia y será mejor que acudas a ver al cirujano para que te revisen-

¿Qué estaba sangrando? ¿Pero cómo? Al mirar mi costado izquierdo pude ver como una gran mancha roja empapaba mi jubón y de forma inmediata un dolor agudo me cortó la piel como si de un cuchillo se tratase.

-Williams, ¿os encontráis bien? Habéis perdido el color para quedaros blanco como una gaviota –

¡Para gaviotas estaba yo! –Sí, no os preocupéis, es que he sentido el dolor de la sangre- dije intentando bromear.

Mientras la acción permanecía en un compás de espera para mi era el momento de ir a ver a los cirujanos.

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20 Letrinas del buque, descubiertas y al aire libre, situadas en la proa para la marinería.
21 Bebida caliente hecha con ron u otro licor, agua, azúcar y limón.
22 De la palabra inglesa “groggy”, efecto de la ligera ebriedad producida por el consumo moderado del grog.
23 Navegar de modo que la dirección del viento forme con la del viento el ángulo mayor posible (180º).
24 Las tripulaciones de los buques de la Royal Navy lucían en combate escarapelas de color negro para distinguirse del enemigo en caso de abordaje, cada nación solía utilizar escarapelas de un mismo color en todos sus barcos.

11- Sangre y muerte

martes, 6 de noviembre de 2007

Fue como si un temblor nos empujara con fuerza sobrehumana, un golpe seco seguido de un ruido sordo y profundo, todo cambió en un instante y el miedo se evaporó convirtiéndose en excitación pura.

Tras el fuerte golpe se comenzaron a oír los lamentos, ecos apagados por la distancia de nuestra posición en popa y los truenos del metal que nos rodeaban.

-¡Corre chico, escribe lo que pasa y no pierdas detalle, Inglaterra tiene que saber como luchan sus hijos!- me gritó un viejo marino que servía una de las piezas en la cámara del Capitán y esas palabras fueron para mi como el viento de invierno, un viento tan frío que corta las carnes y te recuerda que estás vivo, ¿qué hacía yo huyendo del peligro en los dominios de la muerte? La única forma de huir es vencer y no esconderse detrás de un tintero.

Con rapidez desconocida para mi, corrí hasta alcanzar la cubierta pasando entre los soldados que montaban guardia como la luz pasa por el ojo de una cerradura, tenía el tintero del Capitán, el diario, la pluma y la determinación de acabar con los franceses aunque fuese ahogándolos en tinta.

-¡Marinero!- me gritaron a mi espalda, era Jack Black, uno de los calafates(19) del buque con el que había trabado cierta amistad, -¿Es que nadie te ha dicho que no se puede estar en cubierta desarmado en medio de un combate?-

-Sí, pero no he tenido tiempo, Jack- le expliqué.

-Déjate de tantas prisas o conseguirás que te maten y tendrás por fin todo el tiempo del mundo- me dijo mientras alargaba su brazo entregándome un cuchillo de considerables dimensiones –Usa mi mondadientes y que no te maten, quiero recuperarlo- dicho lo cual se introdujo por la escotilla.

Me acerqué entonces a la posición del Capitán justo cuando recibía el informe de los daños, los rostros eran circunspectos, algo había ido rematadamente mal pero se mantenía la prudencia en las palabras.

-Ha sido por culpa de la andanada del Bucentaure señor, justo en el mismo instante el buque ha cabeceado-

-No puede volver a suceder, hemos perdido una ocasión que quizás no se vuelva a presentar. Señor Derrick, ¿daños?-

-De cierta consideración señor, nos han barrido todos los puentes pero por fortuna no hay daños críticos, los mástiles están intactos, se han centrado en el casco y hemos de dar gracias a que la distancia no se ha acortado más, pudo haber sido devastador-

-¿La tripulación?-

-Me han informado de que hemos perdido a más del centenar de hombres entre muertos y heridos- Un rápido gesto de abatimiento cruzó el rostro del oficial.

-¿Las piezas?-

-Doce piezas dañadas de diversa consideración, ya se trabaja para recuperar todas las que sea posible-

-Y todo eso para nada, maldita sea. Hemos de dañar ahora al Bucentaure, que todos se apresten para abrir fuego lo antes posible por la banda de babor, con suerte lo alcanzaremos por su popa, no creo que intente cruzar entre el Malta y el Glory así que virará rumbo este para evitarlos, nosotros lo haremos rumbo sur y podremos batirlos sin peligro–

-Sí señor- Respondió el señor Derrick

-Y señor Derrick- repuso el Capitán

-¿Sí, señor?

-Debí haberle hecho caso cuando me aconsejó virar al sur para evitar el barrido del Bucentaure, será usted un buen capitán-

El halago cogió desprevenido al oficial que atinó a responder –Hizo lo correcto señor, pero no siempre lo correcto resulta ser lo más acertado-

-Ni lo más prudente pero recuerde siempre una cosa, las guerras se ganan con prudencia, las batallas con arrojo-

Estaba claro que en mi estancia en la cámara del Capitán me había perdido algún acontecimiento importante, ¿pero qué?

-Disculpe señor Rodskin, ¿por qué dice el Capitán que hemos perdido una ocasión que quizás no se nos vuelva a presentar?- era la segunda vez que me dirigía al señor Rodskin para preguntarle algo referente al combate, se había transformado en mi Cicerón del la refriega, pero el señor Rodskin me miró perplejo esta vez, como preguntándose de donde salía yo haciendo ese tipo de preguntas estúpidas.

-¿Donde estabas muchacho?-

-Es para el diario de combate señor- dije tratando de evitar la pregunta sobre mi falta.

-Se refiere a que hemos abierto fuego contra el Indomptable justo después de que el Bucentaure nos alcanzase, el navío ha cabeceado con fuerza y al disparar nuestras baterías hemos sacado del agua a los peces-

Parecía increíble pero era cierto, hasta ese momento todo era perfecto, habíamos barrido a nuestros enemigos sin dificultad aparente y en cuestión de segundos todo había cambiado de sino, fallábamos una andanada a quema ropa contra un enemigo entregado a su destino y perecían un gran número de nuestros hombres a manos del enemigo.

Los tiradores del Bucentaure no perdían el tiempo, una lluvia metálica empezó a caer sobre las cubiertas, los hombres se resguardaban donde podían y nuestros infantes respondían al fuego enemigo. Un marino se desplomó a mi lado golpeándome en el costado, de su cuello brotaba sangre oscura y abundante como de una barrica a la que se le quita el tapón por donde se escapa la vida. El golpe fue tan fuerte que se me adormeció el brazo.

La sangre ya empapaba la arena de las cubiertas del HMS Repulse y era mi propia sangre sin saberlo.

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19 Carpinteros de ribera.

10- El camarote

lunes, 29 de octubre de 2007

La situación se había tornado en muy preocupante, el Repulse se disponía para barrer nuevamente por proa al Indoptable, ya lo habíamos hecho dos veces con anterioridad y esta sería la tercera, si los otros buques de la flota lo habían desarbolado por completo nosotros nos encargábamos de golpearlo sin piedad hasta convertirlo en un gran ataúd flotante, a la par nuestro buque se preparaba para virar rumbo oeste y mantener nuestra ventaja sobre el desafortunado francés.

Mientras sucedía todo esto el Bucentaure nos ganaba la proa con total claridad y veíamos con preocupación que su andanada sería demoledora, estaban demasiado cerca y ahora solo podíamos esperar su tremenda descarga. Imagino que los pensamientos del Almirante francés debían de ser similares a los que nos atormentaban ya que nuestros dos buques situados al sur, el Glory Y el Malta cortaban su rumbo formando una T perfecta, nosotros teníamos cuarenta cañones de los que preocuparnos, ellos más de setenta amenazándolos.

-Señor Derrick que se prepare la tripulación para largar todo el trapo, el francés suele apuntar a la arboladura y en nuestra posición no sería raro perder el trinquete. ¿Están listas las hachas para cortar los cabos?-

-Sí señor, todo está preparado si fuese preciso, ¿podremos compensar la pérdida de velocidad?-

-No me preocupa tanto lo rápido que naveguemos como lo maniobrables que podamos ser- respondió el Capitán – Hemos de encajar el golpe que nos espera lo mejor posible y hundir al Indomptable si somos capaces, tras eso ya nos preocuparemos del Bucentaure-

En ese instante he de reconocer que la flaqueza de espíritu se sobrepuso a mi ardor guerrero y para que sus Señorías vean que soy franco y veraz con todo lo que apunto en este diario reconozco que el miedo me pudo. El temor es un arma poderosa y en ese instante sentí la necesidad de abandonar el puente y colocarme en un lugar más protegido, por vez primera estábamos al alcance del fuego de los tiradores situados en las cofas del enemigo y aunque por nuestra posición estábamos a salvo en popa mi corazón me empujaba a buscar lugar más protegido bajo las cubiertas del buque.

Mi conducta me avergüenza ahora pero es preciso reconocerla para poder describir lo que mis ojos vieron en las entrañas del navío. Me levanté con la intención de que no se notase mi ausencia, ¿quién se preocuparía de lo que hiciese un joven marino en medio del combate? Gran error el mío, un navío de Su Graciosa Majestad es una máquina perfectamente engarzada donde cada pieza tiene su función y la cumple con la mayor diligencia pues su vida puede depender de ello, solo con levantarme y encaminarme a la escotilla que da acceso al puente de primera batería un viejo oficial de mar(17) me cortó el paso.

–A donde demonios crees que vas marinero- me espetó con ferocidad.

-El Capitán me ha encargado que me ocupe del Diario de Combate y preciso tinta- temblando como una hoja le mostré el tintero casi vacío y el presente diario cuya cubierta no deja lugar a dudas al lucir las armas de Su Majestad y el nombre del buque HMS Repulse en letras doradas.

-Pues se rápido que el infierno no espera por nadie- dijo con una sonrisa que dejaba a la vista los pocos dientes que aun conservaba.

Mi segunda parada fue la propia escotilla pues nada más acceder a ella dos soldados me cortaron el paso –Alto, no se puede pasar, regresa a tu puesto en cubierta- su mosquete cruzado sobre el pecho me bloqueaba el camino.

-El Capitán me ha encargado que me ocupe del Diario de Combate y preciso tinta- repetí nuevamente, pero esta vez no era suficiente con mostrar el diario y el tintero.

-Y a donde te diriges entonces- preguntó el otro soldado.

-A la cámara del Capitán- estaba claro que me sería imposible bajar a cubiertas inferiores.

-Los muebles se han colocado a la entrada, no te será fácil encontrar lo que buscas-

Y era cierto, el camarote del Capitán, que era de una amplitud relativa tratándose de un bajel de guerra, había sido despojado de los muebles y ornamentos siendo todo apilado en los laterales de la cámara, en el jardín de popa se habían alojado dos piezas de artillería a forma de guardatimones(18). Los marinos que servían las piezas estaban sudorosos y cubiertos por una fina capa blanquecina por ciertas partes y semejante al hollín por otras. Trabajaban a ritmo constante y en silencio, no se percataron de mi presencia o mejor dicho, no les importaba lo más mínimo, daba la impresión de que aunque entrase el mismísimo Napoleón en persona no les merecería más que una mirada de reojo, tal era su determinación para con su labor.

Hasta catorce personas conté para servir las dos piezas, más un jovencísimo grumete oficiando de mono de pólvora que aparecía y desaparecía a la velocidad de un pequeño ratón de campo. Conmigo eran dieciséis las personas que nos encontrábamos en una reducida estancia que contenía un desagradable olor mezcla del sudor y la pólvora.

-¿El escritorio del capitán?- Pregunté, un marinero me miró sorprendido y gritó a los demás –Por todas las rameras de Irlanda, el muchacho nos toma por escribanos-, la carcajada fue general –Apuntemos nuestra pluma a esos franceses que les quiero escribir una poesía- se burló otro, no merecí mayor atención así que comencé a buscar entre los cajones de los muebles que se podían ver y abrir, era consciente de que no podría demorar mi tarea en demasía, quizás uno de los soldados de la escotilla viniese a ver que hacía pues su misión era custodiar las entradas y salidas para evitar que los cobardes como yo escapasen del combate, pero aun así tenía la esperanza de que la descarga del Bucentaure aconteciese antes de que me enviasen de regreso a la cubierta.

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17 Especialistas de oficios navales, contramaestres, calafates, carpinteros, faroleros, patrones, etc.
18 Cada uno de los cañones que solían ponerse en las portas de la popa, que están en una y otra banda del timón.

9- El tintero

lunes, 22 de octubre de 2007

He de reconocer que estoy asustado, hasta ahora no había sentido miedo pero tampoco hasta ahora había visto quemarse vivo a un hombre y menos aún si eran una docena los que ardían y se arrojaban a la mar.

Quizás no deba escribir esto en el diario de combate pero espero que sus Señorías los Lores del Almirantazgo sepan disculparme, mi abuelo que fue soldado de las tropas del Rey siempre me repetía “evita la lucha siempre que puedas pero si has de luchar vence”, nunca le había dado importancia hasta este mismo momento, o vencemos o morimos, no parece existir un camino intermedio.

En este mismo instante la situación es relativamente tranquila, los artilleros recargan y en el Indomptable no se ve gran cosa, algunos gritos y el chisporrotear del fuego que por otra parte no es visible de no ser por la blanca humareda que emite el interior del navío. Lo más importante es que estamos maniobrando para no perder lo que queda de la proa del francés y volver a dispararle por su punto más indefenso.

El buque enemigo continúa tomando popa al viento y sigue con su lenta deriva, lo que nos obliga a alejarnos para maniobrar y evitar una colisión o un amarre.

-Francés por proa, en la amura de estribor- el grito de alerta ha sobresaltado a todos que seguíamos mirando al Indomptable como bajo un influjo hipnótico, todos los ojos miraron en la misma dirección.

-Dios nos ampare- dijo el señor Keaton –es el Bucentaure-

Una verdadera mole se nos echa encima, todos en la flota lo conocen por su reputación y saben que es el buque insignia de la escuadra francesa.

La estampa que presenta el Bucentaure es magnífica y aterradora, es ya el tercer navío de tres puentes al que nos enfrentamos solo que ahora nos encontramos entre dos de ellos de forma simultánea.

El señor Derrick se giró mirando al Capitán que se encontraba pensativo.

-Señor, ¿ordeno rumbo sur?

-Francamente señor Derrick, no lo sé-

-¡Señor!-

-Tenemos la ocasión de hundir al Indomptable, si le acertamos y en su situación su suerte podría estar echada-

-Pero el Bucentaure nos barrirá por la proa- repuso el señor Derrick.

-Ya lo sé, pero nuestra obligación es destruir al enemigo, si lo logramos serán ochenta cañones menos de los que preocuparse la flota, mantengan el rumbo-

-Señor-

-¡Mantengan el rumbo!, esa es la orden-

La situación es clara, el cazador se acaba de transformar en pieza a cobrar y solo la fortuna, nuevamente esa diosa esquiva puede favorecernos, eso y los dos navíos que al sur de nuestra posición ya destrozaron al Indomptable en auxilio del Hero.

-Vuestro nombre es Williams ¿verdad?-

He de reconocer que en esa momento estaba totalmente absorto escribiendo el presente diario y no prestaba atención a lo que sucedía a mi alrededor, así que al levantar la vista del libro vi como delante de mi, de pié, se encontraba el Capitán escoltado del Señor Rodskin.

-Señor, quiero decir, sí señor- dije aturdido por su presencia, era la primera vez que hablaba directamente con él y eso en la mar era tanto como hablar con Dios, pues el Capitán de un buque es el amo y señor del navío y de las vidas de los que lo tripulan.

Torpemente intenté levantarme, pues cuando tengo que escribir me siento donde buenamente puedo para garabatear con mayor comodidad y seguridad, algo que en medio de un combate no es nada sencillo como pueden sus Señorías comprender. El caso es que entre el miedo que dominaba a esas alturas mi cuerpo entero y la impresión de ver al Capitán ante mí, golpee el tintero de tal fortuna que buena parte de su contenido se vertió sobre el brillante calzado del Capitán. La verdad es que en ese instante hubiese preferido recibir un cañonazo y desaparecer de la cubierta, tal era mi estado de ánimo, pero el Capitán pareció adivinar lo que pensaba –Tranquilo marinero, has de temer más a los enemigos que a mi- dijo con expresión seria pero amable, -Espero que refleje con exactitud los acontecimientos del día de hoy, normalmente el diario no se cubre hasta después del combate pero creo acertado que termine la tarea del Sr. Scott-

-Sí señor, así lo haré-

-Perfecto Williams, ¿dispone de más tinta?-

Esa pregunta fue peor que si me clavasen un puñal por la espalda.

-Sí señor- mentí, solo me restaba lo poco que no se había derramado pero pensé que no era momento de mostrarme más torpe de lo que ya había sido.

-Pues utilícela para dejar constancia de esta jornada memorable, y pase lo que pase intente mantener a salvo el diario, ¿me ha comprendido señor Williams?-

¡Señor Williams!, me había llamado señor. Normalmente los oficiales trataban a la marinería con respeto pero utilizaban únicamente su apellido para dirigirse a ellos.
–Sí señor, lo defenderé con mi propia vida- dije en un arranque de pasión desmedida.

-Me conformo con que lo proteja como a su vida señor Williams- dicho esto se giró y comenzó a dar indicaciones a Rodskin que no acerté a escuchar y súbitamente miró en mi dirección y dijo –Williams, mejor derramar su tinta que su sangre, en el escritorio de mi camarote encontrará más tinta si la precisa- pero, ¿cómo lo había adivinado?

8- El camposanto

lunes, 15 de octubre de 2007

Todo lo que escribo es fruto de la memoria cercana pues los acontecimientos se suceden de forma rápida y no es fácil manejar la pluma y el tintero en estas condiciones, el presente y el pasado se entremezclan en el diario para formar un único instante intemporal, así que pido disculpas por las imprecisiones que este diario pueda presentar pero si algo es exacto como la salida y la puesta del sol es lo que a continuación paso a relatar.

Pasaron unos pocos minutos desde que el Capitán ordenase esperar y la cubierta se tornó silenciosa como un cementerio después del día de difuntos, el sonido de los cañones nos rodeaba por todas partes pero podíamos sentir el silencio entre nosotros.

El Indomptable, que a estas alturas se asemejaba a un barril gigante que flotase sobre la mar, se había acercado con pesadez a nuestra banda de estribor y todos los cañones esperaban la indicación final.

-Señor Derrick- dijo lentamente el Capitán, -Sí, señor- -Que abran fuego-.

-¡Señor Rodskin, fuego!-, -¡Fuego¡- grito el señor Rodskin y la pólvora de la voz de los contramaestres se extendió como un reguero sin fin. La explosión fue brutal y sucesiva, tal y como se unen los eslabones de una cadena se sucedían los disparos de las piezas por las cubiertas de popa a proa.

No tenía ni idea del sonido que hace la madera al desintegrarse. Cuando atacamos al Formidable el estruendo de los cañones que nos cercaban no nos permitió oír el crujido de la madera, ahora esta tomaba vida y el impacto continuo de nuestros cañonazos provocaba un ruido semejante al de una hoguera, unos chasquidos secos de una sonoridad profunda y de increíble fuerza, una nube de astillas y partículas se elevaba del buque francés en una imagen perenne, su proa era una amalgama de formas sin forma, una silueta sin bordes, había sido destruida hasta perder su sentido.

No pudiéndome reprimir dejé mis apuntes y le pregunté al señor Rodskin -¿Ese ruido…?-, -Son las bolas de nuestros cañones rebotando por el interior de las cubiertas-, era cierto, cada chasquido gigantesco era el rebote de nuestras balas por el interior, tras el cañonazo la bala tenía fuerza suficiente para penetrar en el casco y perforar la durísima cintura de madera del navío, pero ese esfuerzo le hacía perder buena parte de su empuje con lo que al encontrar un objeto en su camino, una cureña, un cañón, un mástil, rebotaba en él cambiando de dirección, se dirigía entonces contra las amuras, el techo o el suelo del puente de baterías y rebotaba nuevamente, con cada impacto una lluvia de astillas se desprendía en todas direcciones, afiladas agujas de madera que sesgaban las carnes y cosían las almas con puntadas certeras. La muerte se vestía de modista.

Cada bala cruzaba en un baile mortal el navío francés de proa a popa rebotando sin control hasta perder toda su fuerza y rodar suavemente junto a sus victimas destrozadas.

Los tres puentes del Indomptable fueron barridos por la mayor de las desgracias que un marino puede sufrir, una muerte lenta sin defensa posible. La imagen era desoladora, el humo y el polvo salían por las portañolas(15) al unísono, con seguridad se habían producido incendios en el interior pero el buque no parecía aún rendido. Era un gigante de ochenta cañones que se resistía a morir haciendo honor a su nombre, “El Indomable” tal y como antes había hecho su rival el Hero(16).

-¡Dios Santo!- una exclamación se elevó desde detrás de los presentes, el señor Jonas, uno de los cirujanos estaba allí con la boca entreabierta y con toda la sangre de su cuerpo que parecía alojarse ahora en su rostro.

-Doctor, ¿qué hace aquí?- el Señor Jonas se disponía a responder pero el Capitán no esperaba respuesta alguna –Regrese inmediatamente a su puesto, no quiero verlo más mientras dure la acción, su vida es más importante que todo el oro del mundo para nosotros-, -Capitán, solo quería ver que sucedía, llevamos mucho tiempo abajo escuchando cañonazos pero no hay ni un solo herido, solo un marinero que se ha quedado sordo de un oído con un cañonazo-, la irritación del Capitán se hizo patente –Inglaterra no le ha traído al infierno para que vea nada doctor, le ha traído para que salve vidas y si pierde la suya por ver que pasa no me sirve de nada, vuelva abajo inmediatamente o haré que lo bajen a la fuerza. ¡Soldado! Acompañe al doctor a su puesto-

Uno de los soldados que custodiaba la escotilla más cercana se acercó al doctor y este más rojo aún que antes se retiró con aire ofendido acompañado por su escolta forzosa.

-Señor Derrick, de orden de que se refuerce la custodia de las escotillas, la tripulación se está poniendo nerviosa, la sangre no fluye por las cubiertas y eso les da tiempo a pensar demasiado-

-Señor, eso no subirá la moral-

-Y tampoco la bajará señor Derrick, cuando nos alcancen, que lo harán, no quiero que cunda el pánico, quiero que se libere esta tensión contenida y si algunos intentan refugiarse en las cubiertas inferiores han de ser puestos en orden, quiero los mosquetes con bayoneta calada señor Derrick y lo quiero ahora.-

-Sí señor-

Entonces sucedió algo que nos encogió el alma a todos los presentes, entre las nubes de humo que salían por las portañolas del Indomptable comenzaron a asomarse cuerpos que se precipitaban al agua convertidos en teas ardientes.

Sus alaridos eran tan espantosos que muchos de los involuntarios espectadores de tan cruel escena palidecieron solo con oírlos, cualquiera de aquellos desgraciados podríamos haber sido nosotros, solo era cuestión de fortuna y justo en ese instante una explosión tan atroz como potente se abrió paso en el vacío, el sonido se situaba a nuestro noreste y solo podía señalar que otro buque había volado por los aires al ser alcanzada su Santabárbara.

En solo un instante se habían juntado dos muertes opuestas, la lenta y dolorosa del fuego y la inmediata e indolora de la explosión.

La mar era ya un camposanto inundado de agua y sangre a partes iguales.

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15 Cañonera, tronera.
16 “Heroe” en inglés.

7- La lucha y la paciencia

martes, 9 de octubre de 2007


-¡Ahora, fuego!- -¡Fuego!- repitió el contramaestre mientras el señor Derrick asistía asombrado a la escena, de forma inmediata una salvaje sacudida empujó al Repulse y el Indomptable crujió como si fuese un alarido lo que emitía. La andanada es perfecta barriendo al navío francés de proa a popa, las desgracias debieron de ser muchas y grandes ya que los daños se recibieron a la altura del guarda aguas(13) de proa. De forma inmediata desaparecieron el mascarón y buena parte del bauprés(14) se hizo astillas.

-Derrick, están derivando- -Si señor- respondió el oficial –nos acompañan Capitán- el Indomptable se asemejaba a una brújula que seguía a su norte sin moverse del sitio pero rotando en torno a su eje que era el Repulse, -¡Por San Jorge! que recarguen lo más rápido posible las baterías de estribor-

En las cubiertas inferiores y en la cubierta de baterías superior el trabajo tiene que ser rápido y preciso, desde nuestra posición no podemos observar los movimientos pero han pasado casi tres horas desde que comenzó la acción y no hemos sufrido daños, la moral es muy alta y el cansancio no parece hacerse notar. La distancia que nos separa del navío francés se acorta cada vez más y el tiempo se hace lento, en el castillo todos permanecemos en silencio, en la impaciencia el Capitán le da un puntapié a un cubo contra incendios derramando el agua por la cubierta, nadie dice nada, desde el Indomptable ni siquiera nos disparan con mosquetes, sus mástiles no existen y los infantes franceses no se atreven a asomarse por el castillo de proa sabedores de lo que les espera, una muerte segura.

-¡Listas las baterías señor Rodskin!- le dice uno de los contramaestres al viejo oficial, -Baterías preparadas señor Derrick- repite de forma suave, -Capitán, baterías listas para abrir fuego-

Según pasa el tiempo me es cada vez más difícil realizar las anotaciones en este diario de combate, mi cuerpo parece no responder a mis pensamientos y mis manos tiemblan como hojas en una tormenta. No es que tenga miedo, no, pero el ansia de entrar en combate es mucha y tras tanto tiempo en el mismo sin recibir una sola andanada del enemigo pese a estar en el centro de la acción no parece normal, quiera el buen Dios que sus designios nos sean favorables pero las sensaciones son preocupantes y veo como la tripulación comienza a tornar la euforia en desconfianza.

Somos como un río que no encontrase rocas en su camino al mar, todo es tan perfecto que quizás nos espere una cascada al final del viaje.

Dos marineros que se afanaban en preparar más cubos antiincendios comentaban entre si que el Capitán tenía un pacto con el mismísimo Leviatán, -ni un solo herido- se decían –tras casi cuatro horas de combate-. Un contramaestre que escuchó el comentario agarró al marino que estaba más cerca de él y le dijo mirando fijamente a los ojos –Vuelve a decir algo semejante del Capitán y te juro por todos los muertos de los mares que te desollaré vivo-

-¿Algún problema contramaestre?- dijo uno de los oficiales que contemplaba la escena pero no conocía el comentario.

-Ninguno señor- respondió el marinero que le sacaba una cabeza al contramaestre, -me quejaba del cansancio pero no volverá a suceder señor.-

Entre tanto el Capitán que parecía absorto en sus propios pensamientos miraba fijamente por la borda al Indomptable que nos mostraba sus desastres cada vez más cercanos.

-Capitán, baterías listas para abrir fuego- era la segunda vez que el señor Derrick le repetía al Capitán la disposición a abrir fuego, súbitamente este giró la cabeza y con una mueca parecida a una sonrisa le dijo al oficial –Los españoles tienen un dicho muy curioso “Vísteme despacio que tengo prisa”, ¿lo conoce?-

La cara del señor Derrick era un poema en si misma, no se lo que pasaba por su cabeza pero es fácil de imaginar, -Señor, es el momento de batirlos-

-Déjelos derivar un poco más, se nos echarán encima y los barreremos totalmente-

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13 Refuerzo de proa de la cubierta inferior con varias utilidades, rompedor contra el agua que se introducía por los escobenes del ancla y a la vez recinto para los animales vivos destinados a surtir de carne fresca a la oficialidad del buque.

14 Palo grueso, horizontal o algo inclinado, que en la proa o popa de los barcos sirve para asegurar los estayes del trinquete, orientar los foques y algunos otros usos.

6- La respuesta del Intrepide

miércoles, 3 de octubre de 2007

Mientras todo esto sucedía el Capitán no perdía un momento en valorar la situación del buque y los enemigos, su concentración era total pero ello no le impedía atender a todo aquel que reclamaba su atención.

-Señor Derrick, las baterías de babor atentas a mi orden- indicó el Capitán.
-¡Contramaestre, baterías de babor prestas a la orden!- Gritó el señor Derrick.
-¡Baterías de babor a la orden!- rugió el contramestre más cercano y una cascada de voces repitieron la orden por entre los puestos de combate de los puentes, era un magnífico dominó de voces sucediéndose en perfecto compás.

A escasa distancia se puede ver como el Intrépide se ha liberado y comienza a moverse de forma pesada pero segura, los daños que presenta son leves para lo que pudo haber sufrido y es un enemigo temible. -¡Fuego!- la orden del capitán es escueta pero contundente y el dominó de voces comenzó nuevamente su caída aunque esta vez su fuerza se vio apagada por el estruendo de los cañones, el barco tembló bajo el poder de la pólvora.

-Impacto señor, hemos alcanzado al Intrépide- -Buen disparo…- comenzó a decir el Capitán cuando los más de treinta cañones de estribor del Intrépide parecieron explotar al unísono mientras mostraban sus bocas a nuestro magnífico Repulse.

-Daños señor Derrick- el Capitán extendía las manos apremiando al primer oficial que de forma instintiva se asomaba por la borda –¿Nin… ninguno? Señor- y es cierto, el buque no se ha movido ni un ápice tras la descarga francesa, -Por Dios Santísimo, ¿cómo han errado a esta distancia?- se preguntaba el Capitán casi para si mismo cuando apareció el bueno del señor Rodskin con una gran sonrisa –Esa eterna manía de los franceses de apuntar a la jarcia, un golpe de mar y las que corren más riesgo son las gaviotas- dijo soltando una gran carcajada.

-Pues no les demos ocasión de ponerlas en peligro nuevamente- repuso el capitán.

Como perseguidos por el mismísimo diablo en persona una pleamar de marineros inundó las cubiertas y comenzaron a tomar los obenques, los oficiales dan órdenes de forma clara y concisa que se traducen en boca de los contramaestres en palabras gruesas impropias de este diario de combate urgiendo a los hombres a realizar su tarea, sin darnos cuenta estamos a punto de cortar la proa del Indomptable mientras oímos silbar en el aire una gran cantidad de proyectiles que se encaminan al francés, el Hero hace honor a su nombre y se defiende como un gato salvaje pero está en un momento crítico, al sureste dos de nuestros buques sueltan su infierno particular sobre el enemigo, los impactos son asombrosamente certeros, mayor(7), mesana(8) y trinquete(9) caen en una sucesión teatral dejando al otrora orgulloso Indomptable a merced de la mar en una deriva que solo les puede presagiar su muerte.

Desde nuestra posición el espectáculo es inolvidable, un horizonte de velas que de forma irreal comienzan a caer en todas direcciones. Los mástiles, recordando el momento en el que eran inmensos árboles, son talados de forma generosa por las andanadas brutales que nos disparamos unos a otros, la batalla comienza a ser ferozmente sangrienta y con cada mástil que cae un buen grupo de almas sube en sentido contrario. La niebla parece querer ocultar al mundo el infierno que han desatado los hombres de mar.

-Señor Derrick, las baterías de estribor atentas a mi orden- el rostro del Capitán denotaba una gran seriedad y urgencia, se movía de forma frenética dirigiéndose sin vacilar al castillo de popa, -¡Contramaestre, baterías de babor atentas a la orden!- Gritó el señor Derrick al que le costaba seguir al Capitán, -¡Baterías de babor a la orden!- se escuchó repetir de forma lejana.

El Capitán alcanzó el castillo(10) y tras asomarse por la amura(11) hizo algo asombroso, sin pensárselo dos veces se encaramó a una de las taquillas que albergan las banderas de señales(12) y en pie observó como el Indomptable frenaba suavemente tras perder todos sus mástiles, su figura se recortaba dócilmente contra la niebla que parecía el telón de fondo de un drama de teatro llevado a la realidad.

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7 El más alto del buque y que sostiene la vela principal.

8 Mástil que está más a popa en el buque de tres palos.

9 Palo de proa, en las embarcaciones que tienen más de uno.

10 Cubierta parcial que, en la misma sección, tienen algunos buques a la altura de la borda.

11 Parte de los costados del buque donde este empieza a estrecharse.

12 Grandes baúles herméticos dispuestos en popa que contienen todas las banderas de señales del buque.

5- Las órdenes de combate

miércoles, 26 de septiembre de 2007

-Era un día primaveral Sr. Scott, un día de esos que uno recuerda por la claridad y la calma, añoro aquellos mares tranquilos, sin más rival que el corsario imaginario que caía a cientos bajo mi acero, esa fue mi primera navegación, tenía once años pero la vuestra está resultando sin duda mucho más emocionante.-

-Señor Rodskin que afirmen las vergas(6) y que los grumetes extiendan más serrín y arena en las cubiertas, en cuanto recibamos fuego enemigo quiero que todos los mozos menores de catorce años acudan a ayudar a los cirujanos, no quiero ver ni un solo chiquillo haciendo el trabajo de un hombre, solo tienen permiso para pisar la cubierta los monos de pólvora- Las ordenes se sucedían con rapidez y la tripulación se afanaba en preparar las piezas de todos los puentes para una andanada a dos bandas. La arena debía de ser abundante ya que no había sido posible pintar las cubiertas del típico color rojo, no esperábamos encontrar acción en esta zona y el buque estaba alistado para combatir pero quedaban muchos detalles pendientes.

-Sr. Scott, esa orden le incluye a usted también, ha sido un fiel compañero en el combate pero ya es hora de que vaya a lugar más seguro- -Pero señor, yo quiero estar con vos, además, ¡el cirujano!, profesión triste de ver el recibir hombres y dejar lisiados- Su rostro denotaba una cierta repugnancia sobre la idea, -Joven amigo, el salvar vidas no es triste, más triste es nuestra profesión que las cercena, además la enfermería es el lugar más seguro del buque, en el corazón del navío y bajo la línea de flotación.- -¡Señor!- respondió ofendido el grumete, -no soy ningún cobarde-, -Ni mucho menos Sr. Scott, sois un valiente y lo habéis demostrado, demostrad ahora que no sois un necio e id con los cirujanos, dentro de poco tendréis ocasión de derramar vuestra sangre por Inglaterra si lo consideráis preciso, pero eso será cuando vuestra edad así lo reclame.-

-Williams, haceros cargo del diario de combate, Señor Scott, que Dios os guarde- bramó el Señor Rodskin que había presenciado toda la escena, su rostro no dejaba resquicio abierto a discusión posible y yo, Fred Williams, un verde marino que sabe leer y escribir de forma más que correcta pues he trabajado de aprendiz en una imprenta de East London desde muy joven, tomo las riendas de este libro.

-Señores- dijo el Capitán al grupo de sus oficiales que ya se agolpaban en torno suyo, -ha llegado el momento del supremo sacrificio, solo espero de ustedes sensatez y buen juicio, el resto está en manos de Dios- todos los que estábamos allí presentes escuchábamos con atención. –Las órdenes son sencillas desde este instante, cada uno de ustedes es responsable de una sección de hombres, ayúdense de los contramaestres para mantener la disciplina- -Sí, señor- contestaron casi al unísono.

-Desde este mismo momento quiero verlos a ustedes en camisa y con la cabeza descubierta, los hombres los conocen de sobra pero el francés no, aprendamos algo del error de Dumanoir, que nos mate una bola de cañón es un honor, que lo haga una bala es una estupidez- Las sonrisas fueron unánimes y todos los oficiales comenzaron a desprenderse de sus piezas de abrigo.

-El plan es el siguiente, abriremos fuego a dos bandas, ya he dado orden a los contramaestres, vamos a mandar al buque francés Indomptable una andanada que no olvide en mucho tiempo y con suerte le haremos gran destrozo, mientras por babor batiremos al Intrépide para cubrirnos en medida de lo posible, tan pronto se realice la descarga quiero a toda la marinería de esas piezas de babor en cubierta, hemos de largar velas de crucero para tomar velocidad y maniobrar-

-Señor, después de batir al Indomptable quedaremos a su merced-, -Ya lo sé, señor Keaton- repuso el Capitán –por eso es de vital importancia largar el aparejo lo antes posible, es más que seguro que nos acierten con gran dureza e incluso que nos amarren, pero en este último caso tendremos a buena parte de la tripulación en cubierta presta para la lucha. Mientras, las secciones de estribor recargaran las piezas, ¿alguna duda?-

Todos aquellos hombres que antes mostraban orgullosos sus uniformes eran ahora un grupo más de marinos que solo se distinguían de los demás por la finura de sus camisas, pantalones y medias pero que eran imposibles de reconocer desde la altura de una cofa.

-Solo una cosa más señores, tengan tanta fe en la victoria como yo la tengo en ustedes, ¡por Inglaterra!- -¡Por Inglaterra!- gritamos todos como si de una única voz se tratase.

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6 Percha labrada convenientemente, a la cual se asegura el grátil de una vela.

4- Asolando al Formidable

jueves, 30 de agosto de 2007


La acción parece recrudecerse por momentos y la niebla se ha tornado en olorosa por efecto de la pólvora que flota en el ambiente, estamos a punto de romper la popa del Formidable y podemos ver como el desorden cunde en el navío francés donde el hueco dejado por el palo mayor lo ocupa una maraña de cabos y guías enredados sin sentido. Doy orden a mi primer oficial que se apresure a las baterías a “listos para abrir fuego”, aún no es el momento, un poco más, un poco más,… casi está… ¡¡¡Fuego!!!, la orden se cumple sin demora y el estruendo sordo de los cañones se extiende al unísono como la onda de una gota solitaria que cae en un charco. Una lluvia de astillas afiladas como puntas de carpintero cortan el aire en todas direcciones.

Silencio.

-Señor Derrick ¿puede usted ver algo?- -No, señor- me responde con presteza, el humo es tan denso que podemos oír un griterío ensordecedor que parte del Formidable, gritos de dolor y espanto, pero no vemos nada, desde las cofas nuestros mosqueteros disparan con una cadencia sostenida, ellos si deben de ver la cubierta francesa con claridad pero el humo que nos separa del Formidable como un muro de piedra comienza ya a disiparse.

-¡Ha perdido todo su espejo de popa, señor- me grita el señor Derrick, -el timón está intacto pero la devastación tiene que ser total, señor-

Creo que hemos dado un severo golpe al enemigo, veo al Teniente O´Hara correr en mi dirección, es el responsable de los soldados dispuestos en las cofas(4).

-Capitán, un tirador de trinquete afirma haber acertado al Almirante enemigo, lo retiraban entre varios oficiales a lugar seguro- -¿Está cierto de eso Teniente?- -Sí señor, dos hombres más de esa cofa lo confirman y uno de la mayor también-. No hay duda, Dumanoir ha caído, quizás esté muerto y podamos rendir el buque fácilmente pero el viento, el viento no parece querer rolar y nos empuja lejos del francés, virar es imposible y parar el buque es demasiado peligroso ya que tendríamos que enfrentarnos no solo a la tripulación del Formidable sino también a la del Intrépide al que ya casi sobrepasamos, no podemos dispararle, los artilleros recargan las piezas tan rápido como es posible.

Por proa vemos como el Hero es alcanzado y pierde el palo mayor que cae sobre el agua levantando una lluvia de astillas, parece una ballena que arrastrase un enorme arpón en su costado y como si resoplase levanta una enorme columna de vapor, pero el vapor no es tal, es el humo de sus cañones, acaba de disparar por sus dos amuras y oímos claramente las bolas pasar camino del Intrépide y penetrar en su casco, no parece haber causado grandes daños. No hemos recibido su fuego mortal de milagro. -Sr. Scott manténgase firme, haga que su madre y su patria se sientan orgullosas de usted- El pequeño grumete se mantiene a mi lado lívido como un cirio en una iglesia pero no cesa en su tarea de apuntar todo lo que le digo.

Ordeno al oficial de derrota que se modifique el rumbo 45 grados sur-este, intentaremos proteger al Hero, tendremos suerte si ganamos la proa del navío que se nos acerca, lo vemos cada vez más claramente, es…, es… ¡el Indomptable!, ¡otro 80 cañones!

Ya nos hemos enfrentado a un buque de superior porte antes y lo dejamos con grandes desastres, hemos de lograrlo nuevamente. Dos de mis oficiales parecen especialmente azorados, -Señor, el Intrépide parece haberse desligado de los otros buques y está presto para la acción- El señor Rodskin es un viejo oficial que no ha llegado a capitán por falta de fortuna familiar, es un hombre en quien se puede apostar sobre su buen juicio.

-Bien señor Rodskin, ordene a los contramaestres preparados para disparar por las dos bandas, hemos de barrer al Indomptable y devolver el fuego al Intrépide antes de que nos alcancen-

-Señor, el Barfleur puede barrer a los franceses, el Formidable se verá en graves apuros si le alcanza podría zozobrar y si por el contrario dispara al Intrépide nos haría gran favor- es otro de mis oficiales pero no lo alcanzo a ver con claridad.

Ahora soy consciente de que hemos topado con una gran flota enemiga ya que el mar que vemos está lleno de velas, pero el que no vemos se siente lleno de cañones, ha llegado nuestra hora, la hora de morir, solo la fortuna podrá hacer que salgamos con bien del envite.

–Marinero, di a los oficiales que se reúnan en el combés(5) inmediatamente-

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4 Mesetas colocadas horizontalmente en el cuello de un palo para fijar los obenques de gavia, facilitar la maniobra de las velas altas, y antiguamente, también para hacer fuego desde allí en los combates

5 Espacio existente en la cubierta superior de un navío desde el palo mayor hasta el castillo de proa.

3- Comienza la acción

miércoles, 29 de agosto de 2007

HMS Repulse. Diario de combate

A veintidós de julio del año de nuestro Señor de 1805


He dado orden al pequeño Andrew que transcriba mis palabras tan fielmente como le sea posible durante la acción que se avecina, no es que tenga esperanzas de pasar a la historia por esta acción, si es que se produce, más bien es una forma de mantener al grumete más joven del buque a mi lado, lo que será un buen aprendizaje para él y de paso la Sra. Scott, su madre y mi diligente ama de llaves, no tendrá nada que reprocharme sobre el cuidado del joven, ¿verdad Sr. Scott?.

Hoy de buena mañana y con viento fresco del noroeste nuestra vanguardia ha visto velas en el horizonte entre una niebla que cada vez es más densa, la flota se ha encaminado a ellas con rumbo claro en principio, pero es difícil saber si todos los buques han recibido las señales oportunas.

Por lo que podemos acertar a ver desde el HMS Repulse la flota navega a toda vela pero han comenzado a producirse movimientos confusos fruto de esta pesadilla de color gris, y las ordenes no han ayudado precisamente, desde el HMS Prince of Walles Sir Robert Calder remite a la flota la siguiente orden:

"A las primeras divisiones rodear al enemigo demás seguir mi rumbo"

Desde el HMS Glory el Almirante Charles Sterling envía a la Escuadra Blanca:

"Defiance y Warrior dejar paso. Resto mantener la línea."

Hasta aquí todo sigue en apariencia su curso normal pero algo cambia súbitamente cuando mi primer oficial me indica novedades, el HMS Prince of Walles hace señales que lo cambian todo:

“¡A TODA LA FLOTA BLANCA: SIGAN MI ESTELA LO ANTES POSIBLE!”

¿Cómo es posible semejante orden? Con la niebla existente es más que probable que buena parte de la Escuadra Blanca no reciba la indicación del Calder y la flota quede diseminada a su suerte, para mi asombro veo como la vanguardia con el HMS Glory y el HMS Malta rompen la formación por babor cuando su última orden era “mantener la línea”, algo falla.

Las cosas no funcionan como sería preciso, doy orden al primer oficial de mantener rumbo con la esperanza de tener contacto visual con los dos buques almirantes y tratando de cumplir en la medida de lo posible las ordenes de Sir Robert. No puedo seguir su estela ya que estoy a su altura así que… ¡Por todos los demonios del infierno! ¿Qué significa eso? El contramaestre del castillo está gritando como un poseso al primer oficial que algo se acerca por estribor, es increíble, ni al más pícaro de los novelistas de episodios intrépidos se le ocurriría semejante desventura, el Hero y el Thunderer se dirigen contra nuestra popa a toda vela en rumbo de colisión. Cuando tenga delante a Letchmee y Gardner(3) pienso patear sus mullidos traseros para recolocar sus pensamientos en zona más noble.

Nuevamente el primer Oficial reclama mi atención y veo las banderas de señales ondear el HMS Prince of Walles:

PARA SU VANGUARDIA : "siga dirección y rumbo del enemigo al ataque"

Por momentos pienso que el brandy ha debido de correr por los dos buques almirantes, primero ordena a la flota que se una a su estela y luego ordena a su vanguardia que siga a un enemigo que la mayoría no vemos con lo que ¿Cuáles son nuestras órdenes? ¿seguir su estela? Sería fácil si no fuese por un pequeño detalle, ¡navegamos por delante del HMS Prince of Walles!. Mientras sucede todo esto veo como el día se oscurece y una mole nos supera por estribor con todo el trapo largado, son el Hero y el Thunderer que han evitado la colisión en el último instante y comienza una batalla brutal entre los tres buques, no hay cañonazos pero el número de blasfemias que cruzan las tripulaciones no tiene igual en ningún campo de batalla.

Es preciso recuperar la disciplina y sobre todo el silencio, veo como mis oficiales me han leído el pensamiento y actúan con presteza, “No estáis en un burdel, marineros, cuidad la lengua o haré que os la cercenen” gritaba uno, por la otra banda se podía oír “Dejad vuestros piropos para las madres de los españoles, volved al trabajo, sois el Repulse no un atajo de malhechores y borrachos” , la tensión es cada vez mayor.

El señor Derrick, uno de mis oficiales me indica que la acción ha comenzado, le parece que nuestra vanguardia se ha topado con la flota enemiga, han debido de ser el Windsord junto con el Barfleur y el Ajax, ahora el silencio en el buque es como el de una catedral en el que el crujir de las vergas toma forma de órgano que lo inunda todo, los hombres buscan en la niebla un sonido como si de un faro se tratase, el sonido de la pólvora.

¡Señor! Enemigo por proa….- resuena la voz de un contramaestre, -¡y por estribor!- brama otro marinero, se eleva un coro de voces en la catedral que es el Repulse cantando un salmo terrorífico, un griterío de nerviosismo, miedo y amenazas. La situación táctica es confusa y nuestra línea se ha convertido en un puño de buques que navegan tan juntos que se podrían tocar unos a otros, el enemigo parece francés y más nos vale recoger velas porque la colisión en vanguardia parece inminente.

Deforma irreal un sonido ensordecedor ocupa el lugar que el viento reservaba a las voces de los marineros, un estruendo de metal que rompe los tímpanos parece envolvernos, ¡la acción ha comenzado!, se pueden oír con claridad salvas por estribor pero sobre todo a proa, ya lo vemos, el Formidable con todas sus portañolas amenazando al Ajax que recibe una lluvia de muerte pero responde con presteza.

La situación es compleja, si los franceses cortan nuestra proa lo pasaremos muy mal, ¡por todos los ángeles del cielo! El Thunderer y el Hero han maniobrado abriéndonos camino y cortando las proas francesas pero casi colisionan, el Formidable no los puede evitar, Sr. Scott apunte esto textualmente, “hemos de cortar la popa del Formidable si colisiona, es el buque insignia del Contraalmirante Dumanoir y si lo dañamos podemos hacer mucho menoscabo al enemigo”.

En efecto el Formidable ha colisionado con el Thunderer y el Intrépide francés se les ha echado encima, no se sus daños pero es el momento de atacar, ordeno a los oficiales que indiquen a todos los puentes “listos para abrir fuego”, espero unos instantes y ¡Fuego!, la orden se repite como la pólvora y una nube se extiende por nuestra amura de babor, un crujido resuena en el aire, ¡el palo de mesana comienza a partirse! Cae a estribor sobre la cubierta del Intrépide y…

¡Dios santísimo!, una explosión brutal se ha producido por delante del Barfleur, tienen que ser enemigos, no puedo ver el buque pero una nube gigantesca negra como el alma de un perdido parece querer tragarse a la niebla.

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3 Capitanes del HMS Hero y del HMS Thunderer

2- La carta


A veintidós de julio del año de nuestro Señor de 1805

Mi muy querida esposa:

Tras mi última carta mucho te tengo que contar pero poco te puedo decir, siento la necesidad de explicarte cuales han sido nuestras aventuras y llorarte nuestras desventuras pero por mi rango y destino sabes que no me está permitido, solo he de decirte que nos encontramos bien y con la moral alta, si bien estamos deseosos de poder regresar a casa.

Nuestro periplo por las costas ha sido más tranquilo de lo esperado y apenas hemos visto velas en el horizonte lo cual ha de tranquilizarte tanto a ti como me incomoda a mi.

Ya hemos arribado a tierras conocidas para nosotros pero igualmente enemigas, el clima se me antoja londinense, especialmente mientras te escribo estas líneas, la niebla no es densa aún pero parece querer engullir la mar a su alrededor y en poco tiempo apenas podremos ver a los otros buques de la escuadra, pero en el fondo de mi corazón me siento en casa.

Son aproximadamente las once de la mañana y sopla una ligera brisa del noroeste, en este mismo instante te veo despachando la correspondencia en mi ausencia y no puedo sentir más que emoción al oír el ruido de la cubierta, sonidos familiares que en mi mente me evocan a nuestros hijos con su feliz y despreocupado ajetreo infantil, un continuo rumor de voces y juegos que se transforma aquí en la sangre del navío que nos otorga libertad y vida.

Dicen que la mar es dura e inhóspita, pero lo duro es la lejanía en el recuerdo y la ausencia prolongada de aquel al que se ansía tocar apasionadamente, y mi pasión por ti es tan grande como la necesidad de sentir la mar para el buque.

¡Suena la llamada general!, he de dejarte por hoy, el tamborilero ruge con urgencia su redoble y ya escucho las carreras por el combés, poco tardará el Primer Oficial en reclamar mi presencia en el castillo de popa, quizás lleguen a ti las noticias de una gran victoria antes que esta carta te sea entregada, de no ser así te llevaré por siempre en mis recuerdos.

Siempre tuyo,

Arthur

1- Capitán a bordo


A fecha de hoy me ha sido notificado por el Primer Lord del Almirantazgo mi nombramiento como Capitán del HMS Repulse, navío de Tercera Clase y 74 cañones, con una tripulación de unas 700 almas temerosas de Dios.

Tras mi breve paso por la Academia Naval obligado por los aconteceres que afligen a nuestra nación, me enorgullezco de servir a la patria en tan alto destino, esperando no causar pena alguna a mi familia y cumplir con el deber que me fuerza.

El HMS Repulse tiene fama bien ganada de buque marinero en el poco tiempo que le alumbra, habiendo sido botado en el año de nuestro Señor de 1.803 en los Deptford Royal Docks.

Tras su puesta en servicio en la Royal Navy fue otorgado su mando al Capitán que les habla Arthur Kaye Legge, siendo asignado a la Flota del Canal Inglés. Ahora se me confirma como Capitán al mando del buque, al cual tendré el honor de gobernar en su unión a la Escuadra del Vicealmirante Sir Robert Calder, englobado dentro de la 1ª División BR del Contralmirante Charles Sterling.

Nuestra tripulación está deseosa de servir a la patria en momentos tan difíciles, siendo en su mayor parte fruto del alistamiento voluntario gracias a la Quota Act(1), si bien una pequeña parte la proporciona la leva forzosa. Bien entrenados y mejor dispuestos solo esperan oír una orden del contramaestre, “¡Toda la tripulación!”.

Desde el Capitán que escribe estas líneas a los jóvenes monos de pólvora(2) un solo pensamiento mueve nuestros corazones, ¡Que las portañolas del HMS Repulse no rehúyan jamás el combate!.


Fdo. Capitán Arthur Kaye Legge

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1 Norma de la legislación británica encaminada a establecer un cupo mínimo de marinería voluntaria en los buques de la Royal Navy.

2 Niños usados en el traslado de la pólvora desde las Santabárbaras del navío a las baterías.

0- Introducción

El siguiente relato es fruto de los aconteceres de una partida virtual del juego "NAVÍOS DE LÍNEA" dentro del club virtual CET.

Este relato no podrá ser utilizado para ningún fin sin autorización expresa de su autor, que entre otras cosas soy yo.

Si estás interesado visítalo aquí CET