14- La llamada del tambor

lunes, 26 de noviembre de 2007

-¡Dios es inglés!- gritaba un marino mientras se afanaba en posicionar la pieza que servía para la recarga.

-Quizás simplemente no le gusten las ranas(29) - respondía otro de sus camaradas.

Las carcajadas eran generales y la algarabía se dejaba escuchar por todos los puentes con innumerables gritos y hurras que sustituían el sonido de los cañonazos y las órdenes de los contramaestres y oficiales.

-¡Bouuumcentaure tendrán que llamarle ahora!- intervino un joven marino de forma ocurrente y una explosión de carcajadas inundó la sección donde se encontraba la pieza de la que formaba dotación.

Para que sus Señoría se puedan hacer una fidelísima imagen de lo acontecido preciso que todo esto sucedía en el alcázar he de decir, pues yo había subido por la escala para la 2ª batería por la zona de la cámara de oficiales, cruzando el entrepuente y la 1ª batería tan rápido que ni tiempo tuve para ver los daños que nos produjo el francés, en esas estaba cuando oí que desde la ricamente tallada balaustrada de la toldilla una voz se elevaba sobre el resto.

-¡Hombres del Repulse! Luchad ahora como leones y viviréis inmortales como dioses para siempre-

La figura era inconfundible, solo con su camisa y su negra escarapela de seda en el pecho bastaba, el Capitán se erguía como David ante Goliat, desafiante, arengando a sus tropas en una batalla desigual pero con la determinación de la victoria en sus ojos.

-¡Tres hurras por el Capitán!- Sonó desde una de las baterías que se encontraban en retirada(30) para proceder a su recarga.

-Hurra, hurra, hurra- respondió la tripulación en cubierta y un encarnado señor Rodskin que se dejó llevar por la pasión del momento, tal era el arrebato general que yo mismo casi derramo nuevamente la tinta de la que disponía al elevar el brazo para festejar el hurra, por fortuna el bonito zurcido de mi costado me recordó con presteza que era mejor no realizar ciertos movimientos.

Me encaminé entonces a la toldilla para recuperar mi posición al lado del verdadero mascarón del Repulse, nuestro Capitán, cuando un eufórico señor Rodskin me abrazó efusivo, sin miramientos y con más fuerza de la que aparentaba su edad.

-Muchacho, ¿has visto eso? Magnífico, que digo magnífico, majestuoso, sublime, lo mejor que han visto mis ojos desde que visité el burdel de Mademoiselle Fraîcheur en las Antillas-

-¡Señor Rodskin!- dije pasmado.

-Al diablo, mejor que el prostíbulo, aquella satisfacción me duró unos minutos, esta me durará el resto de mi vida- dijo fuera de si.

-¿Pero qué…?

-No muchacho, no me lo digas, ¿te lo has vuelto a perder?, por Dios Santísimo de los Altares. ¿Estás seguro de no haberte perdido tu propio parto?- Estaba completamente desbocado, era como un pura sangre que ha visto la meta y no responde ya a las riendas de sus galones –Perfecto, precioso como los pechos de una jovencita y contundente como una carronada(31) , virar, apuntar y mandarlos al infierno, así ha sido, esto lo recordarán durante mucho tiempo esos afeminados del otro lado del Canal-

Me di cuenta en ese instante que entre tanta algarabía no había mirado al Bucentaure, estaba feliz pero no sabía por qué, me giré y lo vi en la media distancia, entre la bruma, a simple vista no se apreciaba nada en particular, sus mástiles, velas y jarcias se mantenían orgullosas y apenas presentaba daños de consideración pero algo importante sucedía, los franceses corrían por la cubierta en dirección a la toldilla, eso era, nuestra andanada había impactado de lleno en el castillo de popa, en especial sobre la toldilla donde suelen estar los oficiales acompañando al capitán del buque y… ¡el Bucentaure!, ¡el Buque insignia de la flota francesa!, si el Almirante Villeneuve estaba en la toldilla podría haberse decidido la batalla.

Fijé mi vista en nuestro buque y descubrí un gran número de vigías mirando al francés, en las cofas los tiradores disponían por orden del capitán de un catalejo por cofa, este había sido convenientemente atado para evitar su pérdida y de esta forma escudriñar información en la distancia y transmitirla al corazón del buque.

–Algún día señores- dijo una vez el Capitán –los navíos tendrán una habitación donde se informará a los oficiales del combate y estos, todos juntos y en consejo, decidirán lo conveniente-

Súbitamente comenzaron los gritos desde lo alto, ininteligibles al principio poco a poco y no sin confusión comenzó a fluir la noticia, el Almirante francés era retirado en voladas por sus hombres, -¡Villeneuve ha caido!- gritaban los tiradores y según sus noticias un buen número de hombres con él.

-Capitán, ordenes del Glory, hay que emprender la caza del Bucentaure, nos indican que nos situemos a su popa y les sigamos- señaló el señor Derrick.

-Magnífico- dijo el capitán –veo que desde el Glory también han apreciado la fatalidad de Villeneuve, hemos de machacarlos sin piedad, se han separado del resto de su flota y es el momento de aprovechar nuestra superioridad, que todos los hombres se apresten para disparar y que se recupere el orden, no quiero oír más gritos que los de los heridos-

-Sí señor. Señor Rodskin, preparados para abrir fuego-

-Bien señor Derrick, ¡tambor y pífano toquen atención general!- de forma automática el retumbar del tamborilero y el pífano que le acompañaba, ambos con su impecable rojo uniforme de infantes, inundaron el buque.

-Toquen orden general- el sonido era impresionante, tapaba el estruendo de los cañones sobreponiéndose a ellos y los hombres reaccionaban con atención al siguiente toque.

-¡Toquen listos para abrir fuego!- y tocaron con toda la marcialidad que exigían las Reales Ordenanzas. El tambor batiente y el pífano sonaron como nunca antes habían sonado fruto de unos músicos firmes, de movimientos rápidos y seguros el tamborilero y estático e inalterable el pífano, serían digna Guardia Real en el palacio de Buckingham sin duda alguna.

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29 En inglés el término frog, “rana”, se utiliza desde el siglo XVIII de forma despectiva para referirse a los franceses como resultado de la abreviación de frog-eater, “come-ranas”, aprovechando la coincidencia sonora inicial de ambas palabras, frog y french, así como los gustos culinarios franceses.
30 Posición de las baterías retiradas de las troneras y portañolas, firmemente trincadas y fijadas para la navegación.
31 Pieza de artillería naval de gran calibre y corto alcance.

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