2- La carta

miércoles, 29 de agosto de 2007


A veintidós de julio del año de nuestro Señor de 1805

Mi muy querida esposa:

Tras mi última carta mucho te tengo que contar pero poco te puedo decir, siento la necesidad de explicarte cuales han sido nuestras aventuras y llorarte nuestras desventuras pero por mi rango y destino sabes que no me está permitido, solo he de decirte que nos encontramos bien y con la moral alta, si bien estamos deseosos de poder regresar a casa.

Nuestro periplo por las costas ha sido más tranquilo de lo esperado y apenas hemos visto velas en el horizonte lo cual ha de tranquilizarte tanto a ti como me incomoda a mi.

Ya hemos arribado a tierras conocidas para nosotros pero igualmente enemigas, el clima se me antoja londinense, especialmente mientras te escribo estas líneas, la niebla no es densa aún pero parece querer engullir la mar a su alrededor y en poco tiempo apenas podremos ver a los otros buques de la escuadra, pero en el fondo de mi corazón me siento en casa.

Son aproximadamente las once de la mañana y sopla una ligera brisa del noroeste, en este mismo instante te veo despachando la correspondencia en mi ausencia y no puedo sentir más que emoción al oír el ruido de la cubierta, sonidos familiares que en mi mente me evocan a nuestros hijos con su feliz y despreocupado ajetreo infantil, un continuo rumor de voces y juegos que se transforma aquí en la sangre del navío que nos otorga libertad y vida.

Dicen que la mar es dura e inhóspita, pero lo duro es la lejanía en el recuerdo y la ausencia prolongada de aquel al que se ansía tocar apasionadamente, y mi pasión por ti es tan grande como la necesidad de sentir la mar para el buque.

¡Suena la llamada general!, he de dejarte por hoy, el tamborilero ruge con urgencia su redoble y ya escucho las carreras por el combés, poco tardará el Primer Oficial en reclamar mi presencia en el castillo de popa, quizás lleguen a ti las noticias de una gran victoria antes que esta carta te sea entregada, de no ser así te llevaré por siempre en mis recuerdos.

Siempre tuyo,

Arthur

No hay comentarios: