4- Asolando al Formidable

jueves, 30 de agosto de 2007


La acción parece recrudecerse por momentos y la niebla se ha tornado en olorosa por efecto de la pólvora que flota en el ambiente, estamos a punto de romper la popa del Formidable y podemos ver como el desorden cunde en el navío francés donde el hueco dejado por el palo mayor lo ocupa una maraña de cabos y guías enredados sin sentido. Doy orden a mi primer oficial que se apresure a las baterías a “listos para abrir fuego”, aún no es el momento, un poco más, un poco más,… casi está… ¡¡¡Fuego!!!, la orden se cumple sin demora y el estruendo sordo de los cañones se extiende al unísono como la onda de una gota solitaria que cae en un charco. Una lluvia de astillas afiladas como puntas de carpintero cortan el aire en todas direcciones.

Silencio.

-Señor Derrick ¿puede usted ver algo?- -No, señor- me responde con presteza, el humo es tan denso que podemos oír un griterío ensordecedor que parte del Formidable, gritos de dolor y espanto, pero no vemos nada, desde las cofas nuestros mosqueteros disparan con una cadencia sostenida, ellos si deben de ver la cubierta francesa con claridad pero el humo que nos separa del Formidable como un muro de piedra comienza ya a disiparse.

-¡Ha perdido todo su espejo de popa, señor- me grita el señor Derrick, -el timón está intacto pero la devastación tiene que ser total, señor-

Creo que hemos dado un severo golpe al enemigo, veo al Teniente O´Hara correr en mi dirección, es el responsable de los soldados dispuestos en las cofas(4).

-Capitán, un tirador de trinquete afirma haber acertado al Almirante enemigo, lo retiraban entre varios oficiales a lugar seguro- -¿Está cierto de eso Teniente?- -Sí señor, dos hombres más de esa cofa lo confirman y uno de la mayor también-. No hay duda, Dumanoir ha caído, quizás esté muerto y podamos rendir el buque fácilmente pero el viento, el viento no parece querer rolar y nos empuja lejos del francés, virar es imposible y parar el buque es demasiado peligroso ya que tendríamos que enfrentarnos no solo a la tripulación del Formidable sino también a la del Intrépide al que ya casi sobrepasamos, no podemos dispararle, los artilleros recargan las piezas tan rápido como es posible.

Por proa vemos como el Hero es alcanzado y pierde el palo mayor que cae sobre el agua levantando una lluvia de astillas, parece una ballena que arrastrase un enorme arpón en su costado y como si resoplase levanta una enorme columna de vapor, pero el vapor no es tal, es el humo de sus cañones, acaba de disparar por sus dos amuras y oímos claramente las bolas pasar camino del Intrépide y penetrar en su casco, no parece haber causado grandes daños. No hemos recibido su fuego mortal de milagro. -Sr. Scott manténgase firme, haga que su madre y su patria se sientan orgullosas de usted- El pequeño grumete se mantiene a mi lado lívido como un cirio en una iglesia pero no cesa en su tarea de apuntar todo lo que le digo.

Ordeno al oficial de derrota que se modifique el rumbo 45 grados sur-este, intentaremos proteger al Hero, tendremos suerte si ganamos la proa del navío que se nos acerca, lo vemos cada vez más claramente, es…, es… ¡el Indomptable!, ¡otro 80 cañones!

Ya nos hemos enfrentado a un buque de superior porte antes y lo dejamos con grandes desastres, hemos de lograrlo nuevamente. Dos de mis oficiales parecen especialmente azorados, -Señor, el Intrépide parece haberse desligado de los otros buques y está presto para la acción- El señor Rodskin es un viejo oficial que no ha llegado a capitán por falta de fortuna familiar, es un hombre en quien se puede apostar sobre su buen juicio.

-Bien señor Rodskin, ordene a los contramaestres preparados para disparar por las dos bandas, hemos de barrer al Indomptable y devolver el fuego al Intrépide antes de que nos alcancen-

-Señor, el Barfleur puede barrer a los franceses, el Formidable se verá en graves apuros si le alcanza podría zozobrar y si por el contrario dispara al Intrépide nos haría gran favor- es otro de mis oficiales pero no lo alcanzo a ver con claridad.

Ahora soy consciente de que hemos topado con una gran flota enemiga ya que el mar que vemos está lleno de velas, pero el que no vemos se siente lleno de cañones, ha llegado nuestra hora, la hora de morir, solo la fortuna podrá hacer que salgamos con bien del envite.

–Marinero, di a los oficiales que se reúnan en el combés(5) inmediatamente-

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4 Mesetas colocadas horizontalmente en el cuello de un palo para fijar los obenques de gavia, facilitar la maniobra de las velas altas, y antiguamente, también para hacer fuego desde allí en los combates

5 Espacio existente en la cubierta superior de un navío desde el palo mayor hasta el castillo de proa.

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