11- Sangre y muerte

martes, 6 de noviembre de 2007

Fue como si un temblor nos empujara con fuerza sobrehumana, un golpe seco seguido de un ruido sordo y profundo, todo cambió en un instante y el miedo se evaporó convirtiéndose en excitación pura.

Tras el fuerte golpe se comenzaron a oír los lamentos, ecos apagados por la distancia de nuestra posición en popa y los truenos del metal que nos rodeaban.

-¡Corre chico, escribe lo que pasa y no pierdas detalle, Inglaterra tiene que saber como luchan sus hijos!- me gritó un viejo marino que servía una de las piezas en la cámara del Capitán y esas palabras fueron para mi como el viento de invierno, un viento tan frío que corta las carnes y te recuerda que estás vivo, ¿qué hacía yo huyendo del peligro en los dominios de la muerte? La única forma de huir es vencer y no esconderse detrás de un tintero.

Con rapidez desconocida para mi, corrí hasta alcanzar la cubierta pasando entre los soldados que montaban guardia como la luz pasa por el ojo de una cerradura, tenía el tintero del Capitán, el diario, la pluma y la determinación de acabar con los franceses aunque fuese ahogándolos en tinta.

-¡Marinero!- me gritaron a mi espalda, era Jack Black, uno de los calafates(19) del buque con el que había trabado cierta amistad, -¿Es que nadie te ha dicho que no se puede estar en cubierta desarmado en medio de un combate?-

-Sí, pero no he tenido tiempo, Jack- le expliqué.

-Déjate de tantas prisas o conseguirás que te maten y tendrás por fin todo el tiempo del mundo- me dijo mientras alargaba su brazo entregándome un cuchillo de considerables dimensiones –Usa mi mondadientes y que no te maten, quiero recuperarlo- dicho lo cual se introdujo por la escotilla.

Me acerqué entonces a la posición del Capitán justo cuando recibía el informe de los daños, los rostros eran circunspectos, algo había ido rematadamente mal pero se mantenía la prudencia en las palabras.

-Ha sido por culpa de la andanada del Bucentaure señor, justo en el mismo instante el buque ha cabeceado-

-No puede volver a suceder, hemos perdido una ocasión que quizás no se vuelva a presentar. Señor Derrick, ¿daños?-

-De cierta consideración señor, nos han barrido todos los puentes pero por fortuna no hay daños críticos, los mástiles están intactos, se han centrado en el casco y hemos de dar gracias a que la distancia no se ha acortado más, pudo haber sido devastador-

-¿La tripulación?-

-Me han informado de que hemos perdido a más del centenar de hombres entre muertos y heridos- Un rápido gesto de abatimiento cruzó el rostro del oficial.

-¿Las piezas?-

-Doce piezas dañadas de diversa consideración, ya se trabaja para recuperar todas las que sea posible-

-Y todo eso para nada, maldita sea. Hemos de dañar ahora al Bucentaure, que todos se apresten para abrir fuego lo antes posible por la banda de babor, con suerte lo alcanzaremos por su popa, no creo que intente cruzar entre el Malta y el Glory así que virará rumbo este para evitarlos, nosotros lo haremos rumbo sur y podremos batirlos sin peligro–

-Sí señor- Respondió el señor Derrick

-Y señor Derrick- repuso el Capitán

-¿Sí, señor?

-Debí haberle hecho caso cuando me aconsejó virar al sur para evitar el barrido del Bucentaure, será usted un buen capitán-

El halago cogió desprevenido al oficial que atinó a responder –Hizo lo correcto señor, pero no siempre lo correcto resulta ser lo más acertado-

-Ni lo más prudente pero recuerde siempre una cosa, las guerras se ganan con prudencia, las batallas con arrojo-

Estaba claro que en mi estancia en la cámara del Capitán me había perdido algún acontecimiento importante, ¿pero qué?

-Disculpe señor Rodskin, ¿por qué dice el Capitán que hemos perdido una ocasión que quizás no se nos vuelva a presentar?- era la segunda vez que me dirigía al señor Rodskin para preguntarle algo referente al combate, se había transformado en mi Cicerón del la refriega, pero el señor Rodskin me miró perplejo esta vez, como preguntándose de donde salía yo haciendo ese tipo de preguntas estúpidas.

-¿Donde estabas muchacho?-

-Es para el diario de combate señor- dije tratando de evitar la pregunta sobre mi falta.

-Se refiere a que hemos abierto fuego contra el Indomptable justo después de que el Bucentaure nos alcanzase, el navío ha cabeceado con fuerza y al disparar nuestras baterías hemos sacado del agua a los peces-

Parecía increíble pero era cierto, hasta ese momento todo era perfecto, habíamos barrido a nuestros enemigos sin dificultad aparente y en cuestión de segundos todo había cambiado de sino, fallábamos una andanada a quema ropa contra un enemigo entregado a su destino y perecían un gran número de nuestros hombres a manos del enemigo.

Los tiradores del Bucentaure no perdían el tiempo, una lluvia metálica empezó a caer sobre las cubiertas, los hombres se resguardaban donde podían y nuestros infantes respondían al fuego enemigo. Un marino se desplomó a mi lado golpeándome en el costado, de su cuello brotaba sangre oscura y abundante como de una barrica a la que se le quita el tapón por donde se escapa la vida. El golpe fue tan fuerte que se me adormeció el brazo.

La sangre ya empapaba la arena de las cubiertas del HMS Repulse y era mi propia sangre sin saberlo.

------------------------

19 Carpinteros de ribera.

No hay comentarios: