9- El tintero

lunes, 22 de octubre de 2007

He de reconocer que estoy asustado, hasta ahora no había sentido miedo pero tampoco hasta ahora había visto quemarse vivo a un hombre y menos aún si eran una docena los que ardían y se arrojaban a la mar.

Quizás no deba escribir esto en el diario de combate pero espero que sus Señorías los Lores del Almirantazgo sepan disculparme, mi abuelo que fue soldado de las tropas del Rey siempre me repetía “evita la lucha siempre que puedas pero si has de luchar vence”, nunca le había dado importancia hasta este mismo momento, o vencemos o morimos, no parece existir un camino intermedio.

En este mismo instante la situación es relativamente tranquila, los artilleros recargan y en el Indomptable no se ve gran cosa, algunos gritos y el chisporrotear del fuego que por otra parte no es visible de no ser por la blanca humareda que emite el interior del navío. Lo más importante es que estamos maniobrando para no perder lo que queda de la proa del francés y volver a dispararle por su punto más indefenso.

El buque enemigo continúa tomando popa al viento y sigue con su lenta deriva, lo que nos obliga a alejarnos para maniobrar y evitar una colisión o un amarre.

-Francés por proa, en la amura de estribor- el grito de alerta ha sobresaltado a todos que seguíamos mirando al Indomptable como bajo un influjo hipnótico, todos los ojos miraron en la misma dirección.

-Dios nos ampare- dijo el señor Keaton –es el Bucentaure-

Una verdadera mole se nos echa encima, todos en la flota lo conocen por su reputación y saben que es el buque insignia de la escuadra francesa.

La estampa que presenta el Bucentaure es magnífica y aterradora, es ya el tercer navío de tres puentes al que nos enfrentamos solo que ahora nos encontramos entre dos de ellos de forma simultánea.

El señor Derrick se giró mirando al Capitán que se encontraba pensativo.

-Señor, ¿ordeno rumbo sur?

-Francamente señor Derrick, no lo sé-

-¡Señor!-

-Tenemos la ocasión de hundir al Indomptable, si le acertamos y en su situación su suerte podría estar echada-

-Pero el Bucentaure nos barrirá por la proa- repuso el señor Derrick.

-Ya lo sé, pero nuestra obligación es destruir al enemigo, si lo logramos serán ochenta cañones menos de los que preocuparse la flota, mantengan el rumbo-

-Señor-

-¡Mantengan el rumbo!, esa es la orden-

La situación es clara, el cazador se acaba de transformar en pieza a cobrar y solo la fortuna, nuevamente esa diosa esquiva puede favorecernos, eso y los dos navíos que al sur de nuestra posición ya destrozaron al Indomptable en auxilio del Hero.

-Vuestro nombre es Williams ¿verdad?-

He de reconocer que en esa momento estaba totalmente absorto escribiendo el presente diario y no prestaba atención a lo que sucedía a mi alrededor, así que al levantar la vista del libro vi como delante de mi, de pié, se encontraba el Capitán escoltado del Señor Rodskin.

-Señor, quiero decir, sí señor- dije aturdido por su presencia, era la primera vez que hablaba directamente con él y eso en la mar era tanto como hablar con Dios, pues el Capitán de un buque es el amo y señor del navío y de las vidas de los que lo tripulan.

Torpemente intenté levantarme, pues cuando tengo que escribir me siento donde buenamente puedo para garabatear con mayor comodidad y seguridad, algo que en medio de un combate no es nada sencillo como pueden sus Señorías comprender. El caso es que entre el miedo que dominaba a esas alturas mi cuerpo entero y la impresión de ver al Capitán ante mí, golpee el tintero de tal fortuna que buena parte de su contenido se vertió sobre el brillante calzado del Capitán. La verdad es que en ese instante hubiese preferido recibir un cañonazo y desaparecer de la cubierta, tal era mi estado de ánimo, pero el Capitán pareció adivinar lo que pensaba –Tranquilo marinero, has de temer más a los enemigos que a mi- dijo con expresión seria pero amable, -Espero que refleje con exactitud los acontecimientos del día de hoy, normalmente el diario no se cubre hasta después del combate pero creo acertado que termine la tarea del Sr. Scott-

-Sí señor, así lo haré-

-Perfecto Williams, ¿dispone de más tinta?-

Esa pregunta fue peor que si me clavasen un puñal por la espalda.

-Sí señor- mentí, solo me restaba lo poco que no se había derramado pero pensé que no era momento de mostrarme más torpe de lo que ya había sido.

-Pues utilícela para dejar constancia de esta jornada memorable, y pase lo que pase intente mantener a salvo el diario, ¿me ha comprendido señor Williams?-

¡Señor Williams!, me había llamado señor. Normalmente los oficiales trataban a la marinería con respeto pero utilizaban únicamente su apellido para dirigirse a ellos.
–Sí señor, lo defenderé con mi propia vida- dije en un arranque de pasión desmedida.

-Me conformo con que lo proteja como a su vida señor Williams- dicho esto se giró y comenzó a dar indicaciones a Rodskin que no acerté a escuchar y súbitamente miró en mi dirección y dijo –Williams, mejor derramar su tinta que su sangre, en el escritorio de mi camarote encontrará más tinta si la precisa- pero, ¿cómo lo había adivinado?

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